Llegaron los nuevos legisladores y su presentación deja mucho que desear. La nueva legislatura no nos da visos de nada promisorio y eso, es una verdadera lástima. Apenas están comenzando y me ofertan la sensación de estar viendo una secuela del Parque Jurásico de Spielberg pero con guión de Monsiváis y asesoría de Germán Dehesa: un desafortunado desfile de baby-dinos y dino-oldies que resucitan los más anquilosados y anacrónicos discursos verbales y de actitud.
De hecho ya nos mostraron de qué nivel va a estar la cosa: su sesión de arribo fue una apología a la vieja escuela, con accesos vedados, porras y gritos a la más vieja usanza. Y luego, su reunión con el flamante gobernador electo, plagada de actitudes como extraídas de las mejores lecciones de historia de San Garabato Cuc., con risotadas ostentosas para chistes malos y de mal gusto.
De los oldies llegan los más reticentes, los no-negociadores, los desesperados por prevalecer. Precisamente los de actitud más reaccionaria. Los babys llegan con una dualidad: los viejos apellidos con nuevas caras (casi) y los sin-nombre ni pasado fabricados ex profeso durante los últimos seis años.
Es, sin duda, el esquema que nos hereda el “nuevo” gobierno: un gobernador prefabricado e impuesto y sin mando propio, una alcaldesa creada desde una falsa plataforma “social” (de la que en su momento fue expulsada por el propio Jorge Garralda, cuando años ha percibió la simulación), y un gabinetazo en el que nos obvian las negociaciones de la administración saliente: las coberturas de cuotas, los pagos de adeudos, y hasta los caprichitos.
Y mientras tanto, los salientes tienen vueltas locas todas las oficinas gubernamentales con la famosa “entrega”, convertida en el más frenético proceso de saqueo y destrucción. Saqueo de todo lo que se pueda omitir de los inventarios y destrucción de todo lo que se tenga interés en desaparecer y no reportar. Es un acto absolutamente lastimoso por lo descarado. Y por esto votamos.
¿Café con leche para los babys?